Música
¿Cómo llegó la música al Liceo Juan Ramón Juan Ramón Jiménez?
“CANTUS”
Venía desde Europa muy bien empacada dentro de una de sus maletas y aunque tuviera un designio tan preponderante curiosamente era ligera de cargar. Al momento de desempacarla, ante un grupo de niños atónitos y sorprendidos, con vuelo ágil fue inundando todos los espacios de esa escolaridad. Realmente lo que él traía en su maleta era algo que no se podía ver. Era algo que solo se podía sentir. Era un espíritu. Un bello espíritu. Desde entonces, este espíritu ha encontrado un lugar donde habitar unos corazones que le han permitido ser de tantas maneras.
Llegó con su aire bien particular, muy europea ella, cargada de una tradición de tantos y tantos años de su patria natal, España, de su continente, Europa. Desde su llegada los niños que la han sentido por entre las ramas altas de los árboles del bosquecito, de las ventanas abiertas de los salones, de una media torta que congrega, han conocido el amor de un Conde y una Princesa que ni siquiera la muerte logró separar ya que los vemos todavía volando juntos como garza y gavilán. Y le cantan a este amor y le tocan con sus flautas y acompañan con las placas y la percusión.
Conoció un día a un grupo de jóvenes cantantes de la argentina que realizaban una maravillosa labor de recopilación e interpretación de todas las canciones tradicionales de Hispanoamérica. Fue tal la pasión que le despertó, que de manera imperativa se dispuso a sembrarla en todo espíritu infantil que pasara por su entorno. Un señor Don Gato que se ha caído del tejado con un Mambrú que se fue a la guerra; una esposa fiel al lado de un monigote que se vende por dos reales; un arroz con leche “fugado” y un Gavilán colombiano; gotitas y gotitas de agua que caen del tejado acompañando a un coya chiquitico boliviano; tres bellos tambores, una palomita ingrata, una petaquita para guardar las penas; tantos, tantos personajes más que les permitieron a miles de niños darle la vuelta al mundo en sus doce notas. Ella adoptó a Promúsica del Rosario fundiéndose en permanente y armoniosa unión.
En otra oportunidad llegó una gran dama desde Alemania de nombre Carmina Burana. La instó entonces a que conociera a Carl Orff su mago creador quien había inventando unos juguetes especiales para que los niños se divirtieran transformando la que había sido hasta ahora su esencia, en nuevas y maravillosas posibilidades. Metalófonos, xilófonos, claves, triángulos, panderos y panderetas, maracas y sistros, chinchines y marimbas desde entonces la han hecho danzar a ritmos de diferente procedencia.
Con tantas innovaciones no ha querido quedarse quieta y pasmada sino que se mueve por estilos y tendencias nuevas y antiguas. Está en todo, como dicen hoy. En la historia, en la modernidad, en la actualidad, en el mundo y en el país que la acogió desde que llegó. Un día alguien resolvió por ella que si su alma relucía en el coro, los niños que allí cantaran saldrían de clase y sacarían diez. Y fue así como la polifonía vocal la ha hecho brillar en más de un escenario local.
En todos estos años de existencia del Liceo, ella envuelve con su armonioso velo todas las instancias de su labor. No es una asignatura más, es un espíritu presente la música del Juan Ramón Jiménez.