Estas son algunas de las impresiones y emociones de los y las estudiantes de undécimo grado, que este año dejan el Liceo Juan Ramón Jiménez y se preparan para conocer nuevos caminos.
“El tiempo transcurrido en un lugar, las vivencias que allí residen, todo ahora llega a su culminación. Un momento que por tantos años fue solo un fantasma distante que nos acechaba, el momento de cantar la canción de despedida por última vez alrededor de una fogata, recordando las memorias que creamos con los que entrelazamos las manos. Todos los rituales de despedida que antes parecían irreales, pasarán a ser recuerdos. Nos emociona y nos asusta salir a la vida real, pero definitivamente estamos profundamente agradecidos por la ayuda que nos dieron para ser las personas que somos hoy, por hacernos romper la tradición de odiar la época de colegio porque, aunque nos queda mucho por andar, no será una etapa que pueda olvidarse ni traumática, y sabremos que siempre podremos regresar.”
“Llegarás una fría mañana, sentirás el crepitar de las rocas en el parqueadero, el canto de las aves anunciando una nueva jornada y la alegría de los niños y niñas conviviendo con las plantas y encaminándose a las canchas. Pasarás por el Taller de las Artes y por un momento recordarás la imagen del antiguo bosquecito y de la bulla compartida alrededor de las viejas mesas de ping pong manchadas con bayas moradas.
Al recorrer los pasillos silenciosos del patio amarillo oirás el eco de las piquis chocando entre sí despertando el furor de ganar una pota. Soy consciente de mi partida, fuera de estas puertas azules me espera una realidad distinta.”
“Irse, un irse constante. A veces eso es la vida, un irse constante de las cosas. Pero todo vuelve, así como se van las cosas, todo vuelve. El colegio parece lo único; el mundo y lo real. El colegio se extiende por las venas, por los amigos, por las lecturas, por las pasiones y por la identidad misma. El colegio nos hace nosotros y a veces nos olvidamos de lo efímero que es. Pues ese nosotros que aquí nace parece ahora morir en esta ida, en este irse constante de las cosas, porque también se va nuestra identidad. Pero no es así, las cosas perduran y se cristalizan, ese nosotros nos acompañará en el futuro, y volveremos, volveremos a cantar.”
“Cómo pasa el tiempo de rápido, un día estás en kínder y en un abrir y cerrar de ojos ya estás a las puertas de tu graduación, es cuanto menos nostálgico dejar atrás tantos años de experiencias, personas y recuerdos, algunos mejores que otros, pero todos perdurarán por siempre en nuestras memorias. La vida continúa y lo mejor que podemos hacer es progresar con lo que nos propongamos, disfrutar cada momento, con sus complicaciones, aprender a conectarse con el presente, no preocuparse mucho por el futuro, y de vez en cuando mirar al pasado para recordar el camino que nos llevó a donde estamos.”
“El final de año se acerca y junto a ello el abrumador sentimiento de un hasta luego. Las campanas dejaremos de escuchar, los maestros ya no se enojarán ni nos notarán y los cumpleaños ya no se cantarán.”