Un clásico, muchas voces

El grupo de teatro del Liceo llevó a escena La Celestina en un montaje construido colectivamente, un proceso en el que cada estudiante fue autor, creador e intérprete. No se trató únicamente de representar un clásico de la literatura, sino de vivirlo como experiencia de comunidad, de creación y de aprendizaje compartido.

La metodología empleada (una propuesta nacida en Colombia) concibe el teatro como un espacio de encuentro: con el otro, con uno mismo y con la palabra que se transforma en cuerpo, vestuario, escenografía y emoción compartida. A través de ella, los estudiantes no solo actuaron, también imaginaron, escribieron, diseñaron y resolvieron juntos, convirtiendo la puesta en escena en un verdadero laboratorio de pensamiento colectivo.

La Celestina no fue entonces una obra más en el escenario, sino una oportunidad para que los y las estudiantes experimentaran lo que significa construir en equipo. Cada decisión (desde el guion hasta la música, desde el movimiento hasta el vestuario) fue fruto del diálogo y la colaboración. Y en ese ejercicio, el teatro se convirtió en una metáfora viva de lo que entendemos en el Liceo por educación: un camino donde el aprendizaje cobra vida cuando se comparte.

El resultado fue un montaje lleno de fuerza, creatividad y sensibilidad, que nos recordó que el arte no es un adorno, sino una manera de habitar el mundo. Y que cuando el teatro se vive como comunidad, la escena no solo cobra vida… también lo hace el aprendizaje.

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