Carta al Gorrón (Énfasis hacia otra economía)

En el énfasis Hacia otra Economía, dedicamos tiempo importante a reflexionar sobre nuestro papel como personas que pertenecen a un sistema y como agentes económicos. Especialmente en las decisiones que tomamos en el día a día como consumidores, entendiendo que son estas decisiones, entre otras, las que determinan el comportamiento de los mercados.

La racionalidad determinada por el sistema económico imperante, lo que llamamos el “homo economicus” es principalmente competitivo, egoísta, en donde lo que más importa es el dinero y su maximización, en donde el fin justifica los medios. Una variante de este “homo economicus” es lo que se conoce como “free rider” en inglés, o “gorrón” en español. Según la RAE, el gorrón es alguien que tiene por hábito comer, vivir, relajarse o divertirse a costa ajena. Pero nosotros lo trabajamos en un contexto de cooperación y acción colectiva, de comunidades que dependen de un mismo recurso. En este contexto el gorrón es entendido como alguien que se aprovecha de los beneficios de la cooperación de un grupo, sin aportar a este, poniendo en riesgo la evolución de la acción colectiva, ya que excluye a otras personas que se benefician de un recurso que es limitado (Delton et.al. 2012).

Por lo tanto, en clase nos llamó mucho la atención el gorrón y su papel dentro de una comunidad que coopera y apunta a la acción colectiva, ya que en los juegos o experimentos económicos que utilizamos, nos enseñó por un lado la importancia de la cooperación, pero, por otro lado, a perfeccionar la manera de ser gorrón y ganar el juego.

Es por esta razón que quisimos escribirle una carta abierta al Gorrón, ya que todas las personas tenemos algo de este. Con algo de humor, sarcasmo e ironía, esperamos que la disfruten.

Felipe Dávila
Profesor de énfasis

Querido gorrón:

Usted que es en su labor muy especializado, comprometido con sus intereses y dueño de una mente privilegiada, permítame escribirle esta carta.

Principalmente me dirijo a usted para expresarle mi entera admiración: es bien sabido que, cuando de aprovecharse del infortunio ajeno y conseguir ganancia de ello se trata, no existe persona más adecuada para llamar que usted. Es admirable su capacidad para analizar los distintos mercados, desde aquello que aparenta ser insignificante y resulta esconder un increíble potencial, hasta aquello que puede ser tan claro que llega a pasar desapercibido.

Debo confesarle, querido gorrón, que el sentimiento que predomina en mi interior al verlo en su trabajo es el de la envidia; usted comprende que el sistema económico en el que nos encontramos es espléndido en beneficiar a unos pocos al crear desgracia en las mayorías, lo que me lleva a pensar ¿Por qué no puedo ser yo uno de esos pocos? Creo que tengo las cualidades adecuadas para convertirme yo también en un gorrón; soy egoísta, sé cómo convencer a las personas, soy cuanto menos avaro. Eso sí, nunca podría decir que soy bueno mintiendo, porque lo que le digo a todo el mundo es que nunca lo hago. ¿Me entiende, señor gorrón?

Pienso importante discutir con usted sobre aquel discurso que escuchamos tan frecuentemente en el día a día sobre los derechos humanos y la creciente preocupación en ámbito ambiental; sé que no es más que un relato pensado para adoctrinar a las masas, pues está escrito por aquellos que intentan arrebatar todo aquello que se ha construido tan arduamente. Pero, por otro lado, aunque creo carece de importancia y resulta poco eficaz con su cometido, pienso que tenemos que pensar qué tan bien estructuradas están las bases que nos mantienen en lo más alto de la pirámide, pues temo que en algún futuro el pueblo llegue a amenazar con volvernos uno de ellos.

Por otro lado, también temo que su posición pueda verse amenazada por otro tipo de gente, pues resulta que cada vez más personas se cuestionan quiénes son estas minorías y, peor aún, muchos piensan en tratar de unirse a estas. Creo, señor gorrón, que lo más importante para garantizar su posición de dominio, es hacer que la cantidad de gorrones sea una minoría, como siempre ha sido: el mercado no es tan grande como aparenta ser, y no es sustentable a largo plazo que existan muchos de nosotros acaparando la competencia. Creo que esto puede incluso salirse de nuestras manos pues mis propias inversiones me han demostrado que estamos en un planeta con recursos limitados y, que si seguimos produciendo como siempre lo hemos hecho, podemos gastar toda nuestra preciada materia prima. Lo que digo, obviamente, no es que limitemos el nivel de producción que manejamos, mucho menos que tomemos responsabilidad con el tema, pero creo que si somos pocos los que lo hacemos seguro no pasará nada, ¿no es así?

Concluyo esta carta con una intención definida: pretendo generar en usted un espacio de reflexión, no alrededor de las consecuencias de sus actos, pues estos solo son daños colaterales que tenemos que aceptar dentro de nuestro cometido, tampoco hacia el sufrimiento que genera usted en tantas personas, eso lo damos por sentado. Lo que esta reflexión pretende realmente es crear en usted conciencia con el valor de su labor tan “honrada y comprometida”.

Gracias, gorrón, continúe con su camino, para seguir abonando el terreno de esta crisis civilizatoria en la que nos encontramos.

Atentamente:

Alex Miranda, Catalina Guerrero, Martín Viana, Sebastián Méndez, Manuela García, Miguel Ángel Núñez

Referencias: Delton AW, Cosmides L, Guemo M, Robertson TE, Tooby J.(2012). The psychosemantics of free riding: dissecting the architecture of a moral concept. J Pers Soc Psychol. 102(6):1252-70. doi: 10.1037/ a0027026. Epub 2012 Jan 23. PMID: 22268815; PMCID: PMC3365621. Real Academia Española. (s.f.). Gorrón. En Diccionario de la lengua española. Recuperado el 14 de junio de 2023, de https://dle.rae.es/gorr%C3%B3n

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